COMO MANEJAR LA HIPERACTIVIDAD MOTRIZ EN EL AULA

COMO MANEJAR LA HIPERACTIVIDAD MOTRIZ EN EL AULA

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Una de las características más llamativas del niño hiperactivo es, precisamente, la excesiva actividad motora que sobrepasa los límites normales para su edad y su nivel madurativo. Este exceso de actividad motriz se manifiesta normalmente por una necesidad de moverse constantemente y por la falta de autocontrol corporal y emocional. A pesar de ser éste el síntoma más llamativo de todo el trastorno y el que con mayor frecuencia hace que los profesores alerten a los padres.

 

En la mayoría de los casos la inquietud motora desaparece una vez entrada la adolescencia, mientras que los problemas de atención y la impulsividad persisten hasta la edad adulta.

A pesar de todo, cuando la conducta hiperactiva es muy exagerada puede resultar incompatible con el aprendizaje escolar, llegando a deteriorar las relaciones con el entorno (el profesor, los compañeros de clase, la familia y los amigos).

Las conductas hiperactivas más frecuentemente observadas son:

  1. Mueven en exceso manos y pies.
  2. Se implican en actividades peligrosas.
  3. Les cuesta quedarse sentado.
  4. Se retuercen en el asiento
  5. Van de un lado a otro sin motivo aparente.
  6. Corren o trepan en situaciones inapropiadas.
  7. Les es difícil jugar de forma tranquila.
  8. Actúan como si tuviera un motor-"está en marcha".
  9. Hablan en exceso.
  10. Mordisquean, chupan objetos.
  11. Rompen los materiales.

La hiperactividad motriz, es decir, la actividad constante sin un fin claramente definido, es el síntoma más destacado en los niños de 3 a 10 años. Este intervalo de edad, se caracteriza por una actividad motriz gruesa que implica mantenerse en situaciones en las que se espera que permanezca sentado, removerse en el asiento, sentarse sobre un pie, balancearse en la silla, gritar, correr en sitios donde no es esperado hacerlo, dar volteretas o trepar. Se puede decir que durante los primeros 3 años de escolaridad los niños aprenden a "sujetarse" en sus asientos, descargándose a través de una infinidad de movimientos más finos como: rascarse la cara, estirarse el labio, cambiar constantemente de mano para apoyar la cabeza, juguetear con la goma y el lápiz, estirarse la ropa, rascarse el ojo, sentarse sobre uno y otro pie, o volverse a hablar con el de al lado.

A partir de los diez años, pasará a caracterizarse por el predominio de una actividad motriz fina, que implicará movimientos en las manos, hablar en exceso, risas, canturrear. En muchos casos, sobre todo en niños a partir de los 9 años, la hiperactividad motriz en el aula ya no se manifiesta con carreras, subirse a las mesas o levantarse constantemente del asiento, sino que es sustituida por excusas constantes para poderse poner en pie como, enseñar una y otra vez la tarea inacabada al profesor, preguntarle una cosa a un compañero, ir a buscar algo a la mochila o sacar punta al lápiz.

En los niños con TDAH se dan dos tipos de movimientos, el movimiento de desplazamiento - levantarse de la silla, saltar, correr? - y el movimiento en el asiento.

El movimiento es una dificultad que normalmente no perjudica a los niños con TDAH ya que el movimiento es algo que favorece la activación cerebral y por lo tanto es algo que necesitan. Este tipo de conductas se tratan de mejorar en todos los entornos, se les dice continuamente que se estén quietos, que paren? porque es una conducta molesta para los demás y sobre todo para los adultos, en este caso para el profesorado.

El movimiento en el asiento puede permitirse e incluso, en ocasiones, favorece la ejecución de una tarea, si este movimiento no interfiere en la realización de dicha tarea. Es conveniente dejarle que se mueva, que se levante, que pasee, pero respecto a este movimiento de desplazamiento, es necesario enseñarle a levantarse en momentos más adecuados “termina el ejercicio y levántate “- o que el movimiento tenga un propósito en el aula, ¿puedes levantarte y borrar la pizarra? Se trata de reconducir de una forma más ajustada y adaptativa la necesidad de moverse.

Pautas para el manejo de la inquietud motora

  • Dar un propósito a su necesidad de movimiento
  • Validar al alumno/a más allá de esta característica.
  • Alternar el trabajo que debe realizar en el pupitre con otras actividades que le permitan levantarse y moverse un poco (recoger el material, repartir los cuadernos, avisos fuera de clase) a los que denominaremos "desplazamientos funcionales".
  • Se trata de darle actividades que supongan para el alumno con TDAH, un "respeto motor" en el momento adecuado, como ir a dar un recado, repartir material, etc.
  • Permitir pequeñas actividades en clase (jugar con el lápiz o la goma mientras escuchan, tomar notas, subrayar cuando leen, etc.).
  • Fomentar la actividad controlada (presentarle la tarea conforme vaya finalizando la anterior, dándole un tiempo para su realización y corrigiéndola inmediatamente.
  • Controlar los estímulos (darle menos cantidad de ejercicios de modo que se centre más en la calidad que en la cantidad.
  • Extinción de la conducta inadecuada. Ignorar movimientos incontrolados y acordar con el alumno una señal que le ayude a la reconducción sin necesidad de llamarle la atención.
  • Evitar que los compañeros imiten o animen al alumno a realizar movimientos inadecuados.
  • Permitir cierto grado de movimiento y murmullo.
  • Ayudarles a destacar en aquello que saben hacer bien.
  • Transmitir calma: hablar despacio, suave, contacto físico, etc.
  • Proporcionarle modelos adecuados de conducta tranquila y reposada.
  • Hacerle tomar conciencia de sus dificultades para estar sentado.
  • Ayudarle a evitar las situaciones que le causan descontrol (las esperas, por ejemplo) mientras no pueda controlarlas.
  • Exigirle autocontrol en la medida de sus posibilidades reales.
  • Entrenarle en autocontrol utilizando auto-registros que le permitan valorar sus progresos.
  • Planificar actividades que involucren el cuerpo en movimiento.
  • Las actividades de enseñanza que fomentan respuestas activas tales como la expresión oral, dramatizaciones, la creación, organización de murales o el trabajo en la pizarra, sirven para ayudar mucho a los alumnos con TDAH.
  • Permitir pequeños intervalos para la actividad física, ya sea dentro de la tarea programada o de forma espontánea sin que interrumpa la actividad principal.
  • No privarlos del recreo o la actividad física.
  • Si corre por los pasillos o escaleras, la estrategia a seguir sería encargarle el cierre y apertura de la clase.
  • Enseñarle a respetar los turnos de participación en tareas grupales.
  • Permitir que realice explicaciones a otros estudiantes. 

Fuente: https://www.fundacioncadah.org

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