Una vez han diagnosticado a tu hijo, sentirás un alivio por saber qué es lo que le sucede y porqué. Sin embargo no es momento para relajarse y pensar que ahora que tiene un diagnóstico y que está en manos de especialistas, tu labor en su evolución no es importante. Porque en ese momento es cuando de verdad empieza lo duro.
- No escuchan, no se fijan.
- Se les olvida, no retienen, o pierden la información sobre lo que tiene que hacer.
- No interiorizan las normas.
- Saben hacer muchas cosas pero no son capaces de llevarlas a término. Hay que estar encima de ellos para conseguirlo.
- El ambiente, el contexto, la situación no les sirve para controlarse, no les llega la información sobre qué es lo adecuado, qué debe hacer o que se espera de él en ese momento.
- Dicen lo primero que se les ocurre, hacen lo primero que piensan.
- Todos los estímulos les entretienen, no saben poner un filtro para atender solo al pertinente y al adecuado a la situación.
- No son capaces de atender mucho tiempo a una sola tarea que les suponga esfuerzo mental.
- No aprenden por las consecuencias.
- No anticipan lo que va a pasar. No evalúan las consecuencias de sus acciones.
- Desconocen que pueden recordar el pasado para saber cómo actuar.
- El castigo no les sirve para aprender a comportarse bien.
- No tienen un tiempo de espera, un tiempo de reflexión antes de actuar.
- Cuando más necesario es que estén quietos, más inquietud les entra.
- No tienen conciencia del tiempo, ni regulan el mismo: o van muy rápido en tareas que se requiere ir despacio, o van muy despacio en tareas en las que se puede ir rápido
Si todo esto les ocurre en cualquier tipo de tareas: aseo, limpieza, orden, alimentación colaborar en casa y no digamos en hacer los deberes, las dificultades aumentan cuando aparecen las emociones tanto positivas como negativas. Entusiasmo, alegría, frustración cansancio, rabia, miedo… Las emociones les invaden y les desbordan complicando la situación, para el niño y los adultos que le intentan ayudar.
Los padres pueden y deben tener estrategias que ayuden y faciliten que su hijo aprenda a regularse y autocontrolarse.9 Para ello hay que centrarse en trabajar principalmente en torno a los siguientes puntos:
- Estructuración del ambiente: hábitos, rutinas, organización, planificación, horarios, órdenes, normas.
- Externalización de la información: carteles, fotos, dibujos, relojes, contadores, señales acústicas.
- Internalización de los procesos: guía externa de la conducta, pensar en voz alta, repetirse la orden, modelado cognitivo , autoinstrucciones trabajar con la imaginación ( el pasado y el futuro)
Aquí nos vamos a centrar en las técnicas de Internalización de los procesos.
Guía externa de la conducta
Los padres sabemos hacer esto, es algo que hacemos de forma natural en los aprendizajes de nuestros hijos. Cuando son pequeños y sabemos que no saben hacer una cosa, se la enseñamos, para que la aprenda. Estamos disponibles, tenemos paciencia, nos alegramos de los éxitos y los valoramos, al igual que les ayudamos cuando no les sale bien y les animamos a seguir.
El problema es que con los niños con TDAH, cuando ya tienen una edad en la que ciertos comportamientos deberían estar adquiridos, queremos que lo hagan solos y lo hagan cuando les demos la orden. Pero ya sabemos que aunque lo sepan hacer (por ejemplo vestirse o recoger los juguetes) también sabemos sus dificultades de auto-control así que hasta que aprendan a controlarse, puedes ayudarle convirtiéndote en un control externo de su conducta, es decir que seas su Guía.
Pensar en voz alta y repetirse en alto lo que tienen que hacer. Procura que cuando le des una orden, él repita la instrucción que se le ha dado, para que no se pierda, aumentando así la probabilidad de que cumpla con el cometido que se le ha ordenado al pararse y dedicarle un tiempo a pensar lo que tiene que hacer.
Modelado congnitivo
Esto consiste en que los padres se conviertan en un modelo para el niño. Demostrarle que cualquier persona tiene o se encuentra con dificultades, que comete errores y busca soluciones para resolverlos. Los padres deben por lo tanto hacerle ver a su hijo que ellos también tienen esos problemas y que lo que hacen para hacer mejor las cosas es seguir las fases de las auto-instrucciones:
- ¿Cuál es mi problema?
- Tengo que pensar un plan para solucionarlo ¿cuál va a ser mi plan?
- Me lo repito en voz alta para que no se me olvide.
- ¿Estoy utilizando mi plan?
- ¿Cómo me ha salido?
- Reforzarme por lo bien que lo he hecho y por haber utilizado mi plan.
Para poner esto en práctica, lo más sencillo es aplicarlo a actividades frecuentes del día a día, por ejemplo para que no se les olviden las llaves, para recordar que hay que ir a hacer la compra, que hay que recordar preparar la bolsa para ir al gimnasio o cuando el coche tiene poca gasolina y hay que buscar una gasolinera próxima. En todas estas situaciones, se puede practicar esto haciendo el ejercicio en voz alta, para ofrecer un modelado cognitivo. Demostrándole al niño que las personas piensan en voz alta, se hacen estas preguntas y sus contestaciones para conseguir realizar su plan con éxito.
Auto-instrucciones
Las auto-instrucciones consisten en ayudar a tu hijo a que cuando se encuentre ante un problema o una dificultad tenga la capacidad de pararse y pensar antes de actuar o tomar decisiones precipitadas:
- ¿Cuál es mi tarea?
- ¿Cómo la voy a hacer?
- ¿Cuál va a ser mi plan?
- ¿Estoy siguiendo mi plan?
- ¿Cómo lo he hecho?
Trabajar con la imaginación
Lo mejor para llevar a cabo este ejercicio es plantearlo como si fuese un juego, y puede consistir tanto en recordar el pasado como en imaginarse el futuro.
Jugad a recordar una situación similar a la que tengáis que enfrentaros. Por ejemplo, cuando tenéis que ir a la consulta del médico: “vamos a recodar cuando hemos ido a esa misma consulta o algún otro sitio donde hemos tenido que esperar.” ¿Qué pasó? ¿Qué hacemos cuando nos pasa eso? ¿Qué hacen entonces los adultos?… Lo que puede llevar a hablar sobre que tardan en recibirnos, que nos toca esperar mucho, que se aburre y entonces empieza a saltar o a tocar todo y a protestar, que molesta a las otras personas… Que mamá/papá nos avisa que no está haciendo caso, que se enfada y al final le castiga…”.
En resumen, se trata de volver a traer a su mente esas situaciones que ya ha vivido. Hacerle preguntas para que sea él quien las vaya respondiendo, y sobretodo, llegar a ¿qué podemos hacer hoy para que no pase otra vez? Espera siempre a que sea él quien de las soluciones y admite aquellas que veas que vayan a ser eficaces y que sean pertinentes. En el caso de que no se le ocurra a tu hijo ninguna solución o sean “descabelladas”, ve sugiriéndole tú otras opciones.Si se prefiere hacer el ejercicio con el futuro, debes plantear el ejercicio de la misma forma pero hablando de lo que podría suceder si…: “Vamos a imaginarnos qué pasaría si en esta situación tu tuvieras esta dificultad… ¿Cómo lo podrías solucionar? ¿Vamos a ver qué pasaría si tu hicieras eso?”.